Hola, estimados lectores, oyentes, hipoacúsicos, videntes, no videntes, o personas con las siete asimetrías a la vez.
Este, en realidad, es un blox donde yo vengo a ser el relator onisciente de la historia (u sea, el que sabe todo y chimenta todo).
Van a ver que hay dos personajes principales, y además hay algunos personajes segundarios, y otros terciarios, y hasta uno que otro universitario.
Güeno, yo soy la Fidedigna Anestesia Judith de los Angeles Rodapioli Grombalinsky y quiero contarles la historia de mi hermano, el Fidedigno Moisés Rodapioli Grombalinsky, que es hermano mío por parte de madre judía, Doña Rebeca Grombalinsky. Y, también por parte de padre, del Indolencio Rodapioli, que es nuestro padre, pero fue (ya fue) marido de mi madre.
El cual , como su nombre lo indica, es un gaucho goy, con quien la susodicha madre se casó, como podrán imaginar, contra la opinión de su familia. Porque ellos querían que se casara con Samuel, el hijo de un comerciante de Villa Crespo, que tenía mucha plata. Pero a ella no le gustaba ese Samuel, porque hablaba con la zeta y además escupía, y tenía una madre demasiado paradigmáticamente judía. Aunque, con los años, mi mama se golvió más paradigmática que cualquier madre judía. Lo cual ya es mucho decir.
La historia de cómo lo conoció y se enamoró de tatita se la voy a contar otro día, porque es como una novela del Alberto Migré, que podería llamarse
"La historia del Indolencio y la Rebeca, de cómo se conocieron, de cómo nació el amor, y de cómo se pudrió todo".
Porque la historia de tan tierno amor terminó tan mal, que todavía la pobre mama no se repuso, después de quince años de divorciada, y le sigue echando la culpa de todo a tatita, que en realidad es lo mismo que había hecho siempre.
Y eso que dispués de que se divorció la operaron y le sacaron el útero y demás acesorios, así que ya no tenía riesgo de quedar en “estado interesante”. Entonces se compró dos docenas de chancletas, porque dijo, "ahora voy a poder tirar la chancleta". Pero todavía las tiene sin usar, en el placar, detrás de los camisones y las tuallas de salir (que son las que usa cuando viene el médico).
(Las acostaciones que van a ver en negrita son de mi mama).
Madre judía (sólo me deja hacer acostaciones, como si yo no fuera nadies)- Ella no entiende que a una madre le basta con ver que sus hijos sean felices.
Siguiendo con el tema de mis progenitores paternos, les digo que mi tatita era peón de una estancia, y que estaba muy jueeeeeeeerte, aunque era un poco petisón, como yo. El asunto es que se enamoraron ambos dos como cabayos, se casaron, y tuvieron dos hijos que salimos totalmente iguales a tatita, y no heredamos casi ningún gen semita de la mama, pa gran dolor de ella.
Pero, como ella dice:
Ma- Yo igual los amo a mis hijjjjjos con todas las aurículas, las ventrículas y las aortas de mi corazón de madre, que no importa que yo sufra, ¡basta que ellos sean felices!.
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